Olavo de Carvalho
Zero Hora, 27 de agosto de 2000
La opini�n p�blica brasile�a nunca ha sabido gran cosa sobre los m�todos de acci�n comunistas. Y, al despreocuparse del asunto desde que le dijeron que el comunismo ya no exist�a, ha pasado a saber menos a�n. Cuanto menos sabe, m�s tontamente se deja enga�ar por los viejos y banales recursos de enmascaramiento que el estudioso, incluso el aficionado y ocasional, reconoce a primera vista. Y no me refiero s�lo al pueblo llano, sino a las clases letradas, a los dirigentes pol�ticos y empresariales. La ignorancia del tema, entre esas personas, es total, sin fisuras y contumaz. De ah� la facilidad con la que cualquier militante, con unos pocos a�os de entrenamiento en Cuba, consigue que todas ellas hagan el idiota, utiliz�ndolas como instrumentos para operaciones que tienen como objetivo, casi de manera declarada, su destrucci�n.
Es dif�cil, hoy d�a, encontrar a alguien que tenga, por ejemplo, la m�s remota conciencia de que toda campa�a publicitaria y period�stica tras la que se esconda el dedo comunista es casi infaliblemente la tapadera de alguna operaci�n dirigida a objetivos muy distintos de los declarados. Voy a ilustrar c�mo funciona la cosa. Durante una d�cada ha habido una movilizaci�n masiva de periodistas, intelectuales y artistas de todo el mundo para despertar la indignaci�n de la humanidad ante la situaci�n de los llamados "meninos de rua" [chicos de la calle] de Brasil. Eran reportajes, pel�culas, programas de TV, carteles, reuniones, espect�culos de teatro, exposiciones, un foll�n de mil diablos. Con esa campa�a, se consigui� de la sociedad el apoyo para la creaci�n de ONGs destinadas a socorrer a los pobres chicos. Hoy esas ONGs son 450 en Rio de Janeiro. Los chicos que andan sueltos por las calles de la ciudad son 440, seg�n el riguroso recuento de la FAPERG, Fundaci�n de Amparo a la Pesquisa. Hay, por tanto, una ONG para cada ni�o y a�n sobran diez ONGs. �stas reciben subvenciones del Exterior y ayuda oficial, hacen lobby a placer en el Senado y en la C�mara y, en la reforma del Estado, han obtenido el derecho de asumir bajo sus cuidados sectores enteros de la administraci�n p�blica federal (como por ejemplo el "servicio civil", hoy bajo las �rdenes del Viva-Rio).
Los ni�os desamparados no han desaparecido de las calles, pero, de un a�o a esta parte, han dejado de ser tema de atenci�n, han desaparecido del men� de urgencias de los medios de comunicaci�n. S�, �para qu� seguir hablando de los meninos de rua? Ya se logr� el objetivo de la campa�a: extender un tent�culo m�s del Estado paralelo que hoy nos gobierna. Los meninos han sido tirados como papel higi�nico usado.
El p�blico no tiene ni la menor idea de que ese g�nero de operaciones exista. Su inteligencia, privada de informaciones al respecto y desviada hacia esc�ndalos financieros aireados por colaboradores de esas mismas operaciones, hasta puede negarse a admitir que exista alguien capaz de tanta malicia. S�, nuestro pueblo est� tan idiotizado por el noticiario, que ya no consigue concebir malicia ni vileza m�s que en vulgares desv�os de dinero p�blico. Que intereses y ambiciones infinitamente m�s amplios puedan usar dosis desproporcionadamente mayores de astucia maquiav�lica, es algo que ni le pasa por la imaginaci�n. Mientras haya S�rgios Nayas y Lalaus para servir de carne de ca��n - "y que los hay, los hay" -, los administradores del gran fraude podr�n seguir actuando tranquilos ante los ojos alelados de un pueblo hipnotizado.
La operaci�n que he mencionado es de lo m�s simple para los profesionales del sector. Otras mucho mayores involucraron a continentes enteros, produciendo un efecto muy pr�ximo al enga�o universal. La m�s notable fue el "antifascismo" de los a�os 30, un truco inventado por Karl Radek, que moviliz� a miles de intelectuales de Occidente en una oleada de entusiasmo rom�ntico que marc� profundamente las manifestaciones culturales de la �poca -- todo �nicamente para ocultar la secreta colaboraci�n mediante la que Stalin y Hitler, desde casi una d�cada antes de su famoso pacto, se ayudaban a destruir a sus respectivas oposiciones internas. Y pensar que hay hasta hoy intelectualillos imb�ciles que viven de la nostalgia de ese "antifascismo" hecho por encargo...
Lo que confunde todav�a m�s a las personas, en las operaciones que he mencionado, es que ven tras ellas el apoyo norteamericano y, acostumbradas a razonar con las categor�as estereotipadas de la �poca de la guerra fr�a, suponen que no puede haber nada comunista en esas cosas. �Cu�ndo comprender�n que, en el nuevo mundo unipolar, los comunistas restantes se han convertido en uno de los principales instrumentos de la pol�tica exterior norteamericana? Desaparecida la Uni�n Sovi�tica, neutralizada China por el narc�tico de los compromisos comerciales, los comunistas han dejado de ser una amenaza para EUA, pero en ese mismo instante se han vuelto �tiles para su estrategia, en la exacta medida en la que, desarmados para una guerra entre potencias, obligados a acciones m�s dispersas y regionales, a�n tienen organizaci�n y medios para constituir una amenaza para los Estados menores y m�s d�biles dentro de los cuales act�an - esos mismos Estados que la pol�tica globalista procura debilitar o destruir. Todo eso est� claro, despu�s de que uno se da cuenta. Pero �cu�ntos se dan cuenta?