Mamar y sufrir

Olavo de Carvalho

�poca, 26 de agosto de 2000

El que no llora no mama: por eso, no todos tienen acceso a los beneficios de la discriminaci�n

Si la actual expresi�n de cari�o para con los discriminados fuese sincera, procurar�a socorrer primero a los grupos que sufren la discriminaci�n m�s evidente y m�s violenta, en vez de ir rebuscando indicios de �racismo sutil� para favorecer a los grupos que, lejos de ser los m�s discriminados, son �nicamente los m�s protegidos por el Nuevo Orden Mundial y los m�s aptos para asestar un golpe mortal a la unidad cultural brasile�a.

�sos son los discriminados oficiales. Pero ninguna discriminaci�n, en Brasil, supera la que va dirigida contra las personas apegadas a las tradiciones de su cultura religiosa, en el caso de que no tengan la suerte de que esa cultura sea ind�gena o africana. Contra los cat�licos y los evang�licos, todo est� permitido: excluir sus doctrinas del universo intelectual respetable; hablar de ellos con un lenguaje creado para humillar y herir sus sentimientos; ridiculizar p�blicamente a su Dios, a su moral, a sus profetas; representar parodias grotescas de sus ritos, s�mbolos y oraciones; anatematizar el empe�o proselitista que les fue ordenado por el propio Cristo; obligarles a aceptar, con presteza sol�cita, leyes hostiles a sus creencias; subestimar como un detalle irrelevante la masacre de millones de ellos en los pa�ses comunistas; despreciar sus gestos de generosidad y de auto-sacrificio mediante explicaciones peyorativas y atribuci�n maliciosa de intenciones; aplastarlos en el torniquete de los cobros contradictorios, acusando a su iglesia de represiva cuando condena las conductas inmorales y de corrupta cuando las tolera.

Quien promueve esos ataques no son individuos aislados o grupos clandestinos: es el establishment y los principales medios de comunicaci�n, son los profesores en las c�tedras, son los artistas en los escenarios y en las pantallas, a la vista de todo el mundo, con la aprobaci�n risue�a de las autoridades y de los bien-pensantes. Las pruebas no tienen que ser desentra�adas mediante sinuosas conjeturas estad�sticas: est�n ante nosotros. Quien desee investigarlas no tendr� m�s dificultad que el embarras de choix.

Y, si quieren estad�sticas, d�ganme: �cu�l es el porcentaje de cristianos tradicionales en la poblaci�n brasile�a y en las c�tedras de las universidades? �Y en el gobierno Fernando Henrique Cardoso? �Y en los cargos de direcci�n de los medios de comunicaci�n? Hagan esas cuentas y sabr�n lo que quiere decir exclusi�n. Menos mal que el reino de los cristianos no es de este mundo; porque hasta en la c�rcel �los biblias� son un grupo a parte, blanco de chacotas de los dem�s presos.

El que diga o haga contra los gays una mil�sima parte de lo que se dice y se hace contra los seguidores de Cristo ser� castigado y expuesto a la execraci�n universal. Pero el que se atreva a sugerir que los cristianos tambi�n tienen derechos es ya virtualmente un r�probo, un enemigo del pueblo. Toda palabra a favor de ellos � incluidas las de este art�culo � ser� recibida con protestas, con un brillo silencioso de odio fr�o en los ojos o, en la m�s benigna de las hip�tesis, con una sonrisa desde�osa.

Por ello esa palabra no ser� pronunciada en las reuniones con las que Brasil se prepara para el congreso mundial que, en el 2001, se manifestar� contra �todas� � entre enf�ticas comillas � las discriminaciones. Omiti�ndola, esas reuniones �nicamente probar�n la discriminaci�n de los m�s serenos y resignados por parte de los m�s ruidosos y ambiciosos. S�lo �stos tienen derecho al t�tulo de �discriminados�, otorgado por las potencias que rigen el mundo. Es la ley: quien no llora no mama. Y quien llora escondido que mame sus propias l�grimas.