CPI en la frente

Olavo de Carvalho

Jornal da Tarde, 30 de marzo del 2000

Sucedi� hace unos d�as. Era el aniversario de la ciudad. Los ni�os de un colegio local, prepar�ndose para el desfile conmemorativo, hac�an fila para que les pintasen la cara de verde y amarillo, con eslogans moralizantes en azul y blanco. En la frente de uno estampaban "�tica", en la de otro, "Paz", y as� sucesivamente. Lleg� el turno de mi hijo Pedro. La profesora escribi�: "CPI" [Comisi�n Parlamentaria de Investigaci�n]. Mi esposa protest�. Paz, �tica, libertad, democracia, eran valores generales, fundamentos del orden social. Nadie podr�a estar en contra. Pero instaurar o no una CPI era una decisi�n pol�tica discutible, y los ni�os no deb�an ser utilizados para hacer propaganda de un lado o del otro. �C�mo se le ocurrir�a decir eso, Dios m�o? Esc�ndalo general. Protestas, gritos, acusaciones perversas:

"�Malufista!", "�Pelota de Pitta!" y otras lindezas por el estilo. Cuando recurrieron a las insinuaciones de castigar al ni�o, la resistencia cedi�. El eje del conflicto, sin entender nada, desfil� con una petici�n de CPI en la frente.

El orden democr�tico no depende de que todos los pol�ticos sean honestos.

Sobrevive a muchos Malufs, a muchos Pittas, a todas las "polonetas", a todos los "enanos". Pero no dura ni un minuto a partir del momento en que los principios que constituyen el alma de la democracia son rechazados por la sociedad misma. Uno de ellos, quiz� el m�s vital de todos, es el de que las corrientes pol�ticas en disputa son iguales ante la m�quina estatal y cultural que les garantiza el derecho a la expresi�n y a la libre competencia.

Cuando esa m�quina es colocada masivamente a favor de una de esas corrientes pol�ticas para aplastar a la contraria, la democracia se ha acabado. Poco importa el pretexto. La democracia no consiste en la victoria de uno de los lados: consiste en la garant�a de que puedan existir los lados. Un orden democr�tico unilateral es un c�rculo cuadrado, un p�jaro mam�fero, un gato que muge y que pone huevos.

A veces esa aberraci�n es impuesta por una minor�a golpista y violenta que no quiere reconocer su identidad dictatorial. Pero infinitamente m�s tr�gico y m�s sombr�o es que la propia sociedad civil acepte sacrificar la esencia de la democracia en el altar de alg�n beneficio inmediato, por urgente y relevante que parezca. Fue la poblaci�n, fue la sociedad civil la que elev� a Hitler al poder, aprobando la abolici�n de los principios a cambio de la promesa de castigar a los corruptos y de sanear la administraci�n. Cuando la dictadura es obra de la minor�a, puede ser derribada por otra minor�a o por la mayor�a. Cuando es escogida por la mayor�a, no cede en su obstinado empe�o hasta que el destino le demuestra el error, precipitando a la naci�n entera a una tragedia.

Las campa�as de �tica y de moralidad que, desde hace una d�cada, han lanzado al Pa�s a una compulsiva e interminable caza de brujas, no nacieron de ning�n prop�sito moralmente respetable. Nacieron de una perversa y oportunista decisi�n publicitaria de las izquierdas, que, cansadas de perder las elecciones, cedieron finalmente al argumento estrat�gico del Sr. Herbert de Souza, el famoso "Betinho", de que no ten�an que oponerse abiertamente a los valores dominantes, sino camuflar sus proyectos pol�ticos en eslogans generales y vagos, a los que nadie pudiese oponerse sin adquirir una inc�moda apariencia de defensor del mal. As� nacieron las campa�as por la "�tica" y "Contra el Hambre y la Miseria". �Qui�n podr�a estar contra la �tica o a favor del hambre y de la miseria? En poco tiempo todos los partidos e instituciones, arrastrados por la hipnosis sem�ntica general, estaban colocados al servicio de la operaci�n. Pensando trabajar por la moral y por los pobres, trabajaban en realidad para la gloria de la malicia izquierdista.

Por sus frutos los conocer�is. En menos de diez a�os, una metamorfosis ps�quica obnubil� e invirti� todos los valores. Nuestro discernimiento moral cay� tan bajo que la hip�tesis de beatificar al astuto estratega fue considerada seriamente, y dar dinero a un traficante y estuprador para ayudarle a estudiar guerrilla se convirti� en un ejemplo de conducta noble. La pol�tica no se volvi� m�s limpia, pero todos los adversarios de la izquierda se encuentran virtualmente bajo sospecha y, en las pr�ximas elecciones, de cinco posibles presidentes, cuatro son de izquierda y el quinto la corteja imp�dicamente. La operaci�n "Betinho" fue un �xito.

Entre otras novedades que introdujo en nuestros sentimientos, una de las m�s insanas y venenosas fue el cambio de nuestra actitud respecto a la infancia.

Para cualquier mente sana, es obvio que la utilizaci�n de los ni�os como instrumentos de propaganda pol�tica no es m�s que una forma elegante de prostituci�n infantil.

Cuando dicha utilizaci�n se convierte en una obligaci�n c�vica, cuyo incumplimiento expone a un ni�o y a su madre a la execraci�n p�blica, la Naci�n est� preparada para la escena final de la matanza redentora. Y la fecha pasar� a la Historia como el �D�a de San Betinho�.