Inteligentes y burros
Jornal da Tarde, 3 de febrero del 2000
Desde hace cuatro d�cadas, el llamado �debate nacional� consiste exclusivamente en el enfrentamiento entre privatistas y estatalistas. Quien los escucha tiene la impresi�n de que todo el problema de Brasil se reduce a escoger entre esos dos partidos. Eso s�lo indica la incapacidad de aprender con la experiencia: privatismo y estatalismo se han alternado en el poder mil veces y ninguno de ellos ha conseguido jam�s alg�n resultado positivo excepto a costa de oportunas concesiones al otro. Cuando se aferran a sus respectivas ortodoxias, lo �nico que consiguen es hacerse un l�o: entre la pol�tica de reserva de mercado que produjo un atraso de diez a�os en la inform�tica brasile�a y las privatizaciones desastradas del gobierno Fernando Henrique Cardoso, el diablo duda hasta hoy a la hora de decir cu�l le gust� m�s.
�Qui�n no se da cuenta de que la raz�n est� a veces del lado de una de esas dos pol�ticas y a veces del lado de la otra, seg�n las circunstancias del momento, y que, por tanto no hay entre ambas un verdadero enfrentamiento o debate, sino s�lo una simulaci�n de hostilidad, siempre dispuesta � felizmente � a hacer lo contrario de lo que pregona?
El capitalismo brasile�o, ahogado por el Estado en tiempo del Imperio, floreci� bajo la protecci�n del mismo Estado, en la d�cada de los 30. Despu�s, �qui�n ayud� m�s a los capitalistas que el gobierno de Juscelino Kubitschec, elegido por una alianza de estatalistas hist�ricos? �Y qui�n ampli� m�s la econom�a estatal que el r�gimen militar creado, en teor�a, para defender la iniciativa privada?
Todo el mundo sabe que, una vez en el poder, el gobernante brasile�o no hace lo que su teor�a manda, sino lo que las circunstancias le permiten � y, cuando llega donde quiere, lo hace por el camino que no quer�a. Ese pragmatismo empez� con Don Juan VI y, aunque les pueda parecer escandaloso a los extranjeros, tiene a su favor dos argumentos definitivos: existe y funciona, mientras que las teor�as ortodoxas s�lo existen como hip�tesis que sus propios defensores son los primeros en abandonar cuando cambian la c�tedra universitaria por una cartera ministerial.
Pero, si es as�, �por qu� continuamos con una discusi�n que es puro teatro? Lo sorprendente no es que los brasile�os combinen pragm�ticamente estatalismo y privatismo. Eso no es m�s que sabidur�a instintiva. Lo sorprendente es que sigan razonando, en la teor�a, como si esos dos elementos cuya mezcla ha funcionado en la pr�ctica fuesen cosas heterog�neas e incompatibles por naturaleza.
Lo que eso indica es que tenemos m�s inteligencia pr�ctica que te�rica. �Sabemos solucionar los problemas cuando se presentan, pero, cuando nos ponemos a explicar lo que hemos hecho o lo que vamos a hacer, nos hacemos una enorme empanada mental, recurrimos a estereotipos abstractos que no tienen nada que ver con la realidad y, al final, de tanto discutir bobadas, acabamos inhibiendo y paralizando nuestra inteligencia pr�ctica que tan bien estaba funcionando!
Es m�s, esa disparidad est� imbricada en la propia constituci�n ps�quica de la Naci�n brasile�a. Pocos pueblos del mundo pueden competir con el nuestro en agilidad, en habilidad para superar, improvisando, los obst�culos econ�micos m�s terribles. Por oprimente que sea la situaci�n, el pueblo, como dice �l mismo, siempre �se vira� [se las apa�a]. F�jense en la sutileza de la expresi�n: �virar-se� es cambiar de camino, es intentar, es experimentar otra cosa, es olvidar las ideas fijas y dejarse llevar por el sentido de la oportunidad. En comparaci�n con eso, nuestra clase intelectual, con su discurso r�gido y estereotipado, parece un bando de vejestorios reum�ticos, atemorizados y mezquinos, inmovilizados en sus sillas de ruedas y maldiciendo en lenguaje pedante a un mundo que no comprenden. �Qui�n iba a decir que personas sin instrucci�n pod�an ser tan inteligentes y que personas instruidas pod�an ser tan burras?
�Quieren un ejemplo? El florecimiento de la �econom�a informal�, que en la d�cada de los 80 lleg� a significar la mitad de nuestro PNB, fue un prodigio de inventiva popular � tal vez el brote m�s pujante de puro capitalismo liberal que se haya visto jam�s en este mundo. Ante ese fen�meno, los te�ricos liberales permanecen ajenos e indiferentes: s�lo tienen ojos para Malasia, Indonesia, la Cochinchina del capitalismo ut�pico. �Y los izquierdistas, no digamos! �Se ha visto alguna vez algo m�s alienado que ofrecer una perspectiva socialista a un pueblo que acaba de descubrir que tiene el genio de los negocios? Nuestros intelectuales est�n siempre en la luna, razonando con esquemas aprendidos, debido a su incapacidad de hacer abstracciones a partir de la experiencia real. Y encima quieren que el pueblo lea sus libros, �porca miseria!